jueves, 18 de diciembre de 2014

13. ALUMBRADO PÚBLICO DE PUEBLA Y ALMACILES


Al igual que en tantos otros pueblos y ciudades de este país el alumbrado público llegó a Puebla de Don Fadrique y Almaciles en el último tercio del siglo XIX, en coincidencia con la comercialización del gas, petróleo y queroseno, que eran los carburantes utilizados en ese momento.
Entendemos por alumbrado público, situándonos en aquellos tiempos, al servicio que prestaban los municipios a las poblaciones o localidades más habitadas; con la iluminación de vías públicas ya fueran calles, plazas u otros espacios con el fin primordial de proporcionar visibilidad y seguridad a las personas que transitaban en horarios nocturnos. Otra cosa es el alumbrado privado que, como su propio nombre indica, es el que se utiliza con fines personales o particulares, como el empleado para uso doméstico, que por entonces consistía en candiles de sebo y aceite vegetal, o quinqués de petróleo y parafina, incluso «pavas» de gas. Artefactos que aún están en el recuerdo de aquellos que los vimos alumbrar hasta bien entrada la segunda mitad del siglo xx.
Farol característico de la época.
Los principios del alumbrado público en Almaciles
Tenemos que remontarnos a los años 1879 y 1880 para poder constatar el inicio del alumbrado público en Almaciles. Este alumbrado estaba compuesto por trece faroles alimentados por petróleo, uno de los cuales estaba situada en la puerta de la iglesia y los restantes repartidos en las doce calles del pueblo a razón de uno por calle: Plaza, Fuente, Alta, Carasol, Nueva, Cruz, Huéscar, Caravaca, Viento, Peral, Cerro y Ángel.
El servicio y mantenimiento del alumbrado público se establecía mediante arriendo a través de subasta pública convocada por el Ayuntamiento de La Puebla. La primera que se realizó fue en el año 1880 expresándose en los siguientes términos:
“Los señores concejales que al margen se expresan y bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. Ceferino Cabrera y Bugeya, se abrió la sesión dando principio por lectura del acta de la anterior que fue aprobada.
El Sr. Presidente manifestó que debía proceder al arriendo en subasta pública del servicio de alumbrado de la población de esta villa y del anejo de Almaciles para el año de mil ochocientos ochenta a ochenta y uno y este Ayuntamiento así lo acordó señalando para el acto del remate el día 20 de los corrientes y hora de las once y media de la mañana, celebrándose bajo el tipo de dos mil seiscientas pesetas para los 13 faroles de Almaciles y los 63 de La Puebla.
El arrendatario ha de comprometerse a tener alumbrada la población desde el oscurecer hasta después de las once de la noche en los meses de octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo; hasta las doce de la noche en los meses de abril mayo y septiembre y hasta la una de la madrugada en los de junio, julio y agosto. Asimismo se ha de comprometer a suministrar el petróleo necesario para servir los trece faroles de Almaciles durante las horas indicadas.”
 En cuanto a su formato, el tipo de farol era similar a los que existen actualmente, eso sí, con una portezuela abatible para poder cambiar el quinqué o suministrarle el combustible, y con un orificio o chimenea en la parte superior para la salida de humos. Estos faroles solían ubicarse en las esquinas donde confluían dos o más calles.
El arrendatario que se hizo cargo del servicio del alumbrado público de Puebla y Almaciles se llamaba Eugenio Sánchez Bautista, y sus operarios se encargaban de encender y apagar los faroles de petróleo y de su mantenimiento en el transcurso del horario indicado.
Para realizar esta operación, el farolero de Almaciles se hacía valer de una escalera de madera por la que accedía al farol para proceder al encendido y apagado, y a la reposición del petróleo o gas consumido. Todo ello con la inestimable ayuda de un asno provisto de unas «agüeras» en las que portaba estos materiales por las calles de Almaciles, desde el atardecer hasta pasada la media noche, que concluía su trabajo.
El primer año transcurrió sin ningún problema hasta que, en el siguiente, la dejadez y el desinterés del arrendatario supuso que el alumbrado sufriera un grave deterioro. Esto hizo que los vecinos de Almaciles suscribieran un requerimiento a finales de 1882, en el que hicieron ver al entonces alcalde del municipio don Julio Fernández Valcárcel, el punible abandono en que se hallaba el servicio de alumbrado público de esta localidad.
Otro tanto de lo mismo ocurría en La Puebla, donde no se cumplía el horario previsto en la iluminación de los 63 faroles con los que contaban sus plazas y calles, como quedó debidamente probado en las declaraciones de policía municipal, serenos y testigos que confirmaron el apagado de numerosos faroles antes de las once de la noche.
De modo que, ante la falta de cumplimiento de contrato por parte del arrendatario, el ayuntamiento le abrió expediente y acordó rescindir los contratos establecidos para tal fin, pero con la obligación impuesta al contratista de seguir prestando este servicio hasta el último día del año en curso (1882) en que estaba en vigor el acuerdo. Advirtiéndole también que se les descontaría de la cantidad que debía percibir dos reales por cada uno de los faroles que se encontraran apagados antes de las once de la noche durante los días que restaban hasta que se encargara del servicio el nuevo contratante.
La siguiente subasta para el servicio del alumbrado público de Puebla y Almaciles durante el ejercicio 1883-1884 se celebró el 27 de junio de 1883, previa reunión de la corporación el día 13 de dicho mes, con un presupuesto de 2644 pesetas anuales y en las mismas condiciones que sirvieron de base para el anterior arriendo de 1880-1881.
A partir de esta fecha, la subasta para la adjudicación del alumbrado público se llevaría a cabo todos los años.
Situándonos ya en el año 1918, en virtud de la carestía experimentada por la Primera Guerra Mundial, la escasez de petróleo hizo que los precios se elevaran tanto que ocasionó un retraimiento industrial y, por tanto, desde aquella fecha hasta 1921 el alumbrado de Almaciles, que todavía dependía del mencionado carburante, sufrió las consecuencias de esta situación. Pasaron meses enteros sin que lucieran sus faroles.
Autorización de ayuntamiento para el primer tendido de la red eléctrica.
Presencia del fluido eléctrico
La luz eléctrica llegó a Puebla de Don Fadrique en el año 1911 de la mano del vecino de Caravaca don Felipe Marín Sánchez, gerente y propietario de la empresa eléctrica Sociedad Anónima La Pilarica. Empresa que implantó su fábrica en la calle del Hielo nº 4. La dotó con un motor a gas pobre de cuatro tiempos de 25 a 30 caballos de fuerza, alimentado por queroseno.
El servicio de alumbrado se inició el 15 de Enero de 1912 según pliego de condiciones del acuerdo llevado a cabo entre el alcalde don José Guijarro González y don Felipe Marín, formalizándose contrato escrito el 16 de enero de 1913. En dicho contrato se exigía a la empresa eléctrica la instalación de mil ciento cincuenta bujías distribuidas en unas 60 lámparas de cinco, diez y quince, para colocarlas  en los puntos designados por el ayuntamiento. También sería de obligado cumplimiento mantener encendido el alumbrado público quince minutos después de la puesta de sol, hasta treinta minutos después del amanecer, en todo tiempo y días.
Por todo ello, la empresa eléctrica percibiría de los fondos municipales la cantidad anual de 3225 pesetas.
El uno de enero de 1924, ante el abandono y la inoperancia que desde hacía algún tiempo venía incurriendo la Sociedad Anónima La Pilarica, el ayuntamiento decidió rescindirle el contrato, y en su lugar contratar los servicios de la empresa local, Sociedad Eléctrica Las Santas. Contrato que firmó el entonces alcalde don Evencio Iglesias Somoza y don Pascual Arias García-Esteller, propietario de la misma.
Don Evencio Iglesias Somoza, Alcalde de La Puebla entre los años 22-24.
Llegada de alumbrado eléctrico a Almaciles
Fue a finales de este año de 1924 cuando llegó el suministro eléctrico a Almaciles, procedente de La Puebla, mediante una línea o tendido eléctrico de baja tensión conducida con postes de madera.
Hay un hecho que fue crucial para que esto se produjera. Se trata de la construcción en marzo de ese mismo año del cuartel de la Guardia Civil en Almaciles, por lo que, el ayuntamiento del municipio se comprometió con la Comandancia General de este cuerpo a suministrarle fluido eléctrico.
Placeta del molino (Almaciles) en una de cuyas casas se encuentra el molino. (Foto cedida por Pascuala Robles).
No obstante, también hay que señalar las gestiones realizadas por don Ramón García Sánchez y don Genaro Rodríguez Picó, concejales por el distrito de Almaciles y miembros de la Comisión permanente del Ayuntamiento de Puebla, que desde hacía algún tiempo venían solicitando de la corporación municipal una red de tendido eléctrico que llevara el fluido a Almaciles. La petición fue aprobada por el pleno del ayuntamiento presidido por el Alcalde don Francisco Sánchez Arres, el 18 de mayo de 1924, adelantando de esta manera la presencia del suministro eléctrico en Almaciles que estaba prevista para el año siguiente.
De modo que La Sociedad Eléctrica Las Santas, propietaria y distribuidora de la energía, instaló en Almaciles un tendido aéreo de cableado, mediante el cual se daba servicio al alumbrado público compuesto por medio centenar de brazos de hierro con portalámparas de una bombilla repartidos por todas las calles. Igualmente se surtió de alumbrado al consumo privado, es decir a las viviendas que lo solicitaban, en ellas se instalaba generalmente un punto de luz en la cocina o salón, de cuyo techo colgaba una bombilla que lo iluminaba.
En ambos casos, el servicio eléctrico estaba restringido al horario nocturno, es decir, desde el anochecer hasta el amanecer del día siguiente. Esto, sin contar con los números cortes y bajadas de tensión que se producían de forma habitual.
El fluido eléctrico quedó establecido en el único molino harinero que se creó en Almaciles en aquellos momentos, donde se instaló una caseta dotada con el instrumental adecuado para utilizar ese tipo de energía. El molino se nutría durante el día de todo el fluido eléctrico para moler y, antes de anochecer, ese mismo fluido se pasaba a la red eléctrica para servicio de alumbrado público y privado del pueblo, hasta el amanecer del día siguiente.

Su primer propietario fue Ramón García Sánchez (el tío Ramón de Marco). A principio de los años cuarenta lo adquirió Urbano Navarro Sánchez. Finalmente quedó en manos de su hijo José Navarro Beteta (José el Molinero) quien lo tuvo en activo hasta final de los años sesenta.
Puente que cruza el río en el antiguo salto de luz de Las Santas.
Cambio de titularidad y carencias eléctricas
Ya en los años cuarenta, la Sociedad Eléctrica Las Santas siguió dando servicio a Puebla y Almaciles. En aquellos años, don Pascual Arias, quien tenía fijada su residencia en Madrid, dejó como encargado y responsable de la misma a Delfino Gutiérrez Fernández, quien representó a la empresa en los sucesivos arrendamientos de alumbrado público.
En septiembre de 1952, don Macario Sánchez Lapaz compró a don Pascual Arias García-Esteller la empresa Sociedad eléctrica Las Santas.
En reunión de la corporación el 5 de agosto de 1958 el ayuntamiento acordó prorrogar el contrato del alumbrado público de Puebla y Almaciles, que tenía suscrito con don Pascual Arias desde 1946 a nombre del nuevo propietario don Macario Sánchez, por importe de 18.000 pesetas anuales.
Según memoria presentada por el Gerente de Eléctrica Las Santas don Leonardo Sánchez Marín en el Ayuntamiento de La Puebla el 15 de junio de 1959, la energía eléctrica que distribuía esta empresa, se suministraba de:
·        Una central hidroeléctrica de 75 kva instalada el salto de la Cerrada.
·        Una central hidroeléctrica de 20 kwa en el Salto del Batán.
·        Una central térmica de gas pobre de 70 kwa instalada en Puebla de Don Fadrique
 ·    Un grupo electrógeno de 50 kwa con motor diesel de 60 CV, también en  Puebla.
A decir verdad, el fluido eléctrico nunca funcionó bien en este municipio, pues si hacemos un balance desde su implantación en el año 1912 hasta 1963, nos encontramos con innumerables carencias y privaciones en el servicio, puestas de manifiesto por la corporación municipal y los vecinos de Puebla y Almaciles en numerosas ocasiones.
A todo esto hay que añadir que otra pequeña sociedad eléctrica conocida como La Guillermona, que también operaba en La Puebla, desapareció en los años cincuenta por falta de recursos.
Lo cierto es que, ante el avance y las necesidades impuestas por los nuevos tiempos, urgía que este municipio dispusiera de una electricidad más acorde con esa situación. Dotarla de una corriente eléctrica permanentemente con más capacidad de potencia, para dar servicio tanto al alumbrado público como al consumo privado, tan necesario para los establecimientos y otros negocios existentes.
De manera que tras las gestiones realizadas por el ayuntamiento con las autoridades provinciales en el año 1960, se llega al acuerdo de llevar fluido eléctrico procedente de Huéscar a las poblaciones de Puebla y Almaciles por medio de la Eléctrica de Huéscar, empresa perteneciente a la FEDA o (F.E.D.A.S.A.).
Así pues, en mayo de 1962 se concretó en Granada la escritura para la electrificación de estas dos localidades entre un representante de la Administración del Estado y otro de la mencionada empresa, que por cierto fue absorbida pocos años después por la Compañía Sevillana de Electricidad.
El importe de esta operación ascendió a la cantidad de 2.375.000 pesetas, de las cuales 1.875.000 fueron financiadas por el estado y las restantes 593.811, por la mencionada empresa eléctrica.
El número de postes de madera que se utilizaron para extender el cableado desde Huéscar a Puebla fue de 586 y de Puebla a Almaciles, 224.
Las obras de este proyecto se iniciaron en junio de 1962 y terminaron a finales de 1963. Quedó así establecido el nuevo servicio eléctrico de Puebla y Almaciles.
En aquel año era alcalde del municipio don Sebastián Gómez Arias.


Juan García Tristante.




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Fuente: Archivo Municipal de Puebla D. Fadrique

1 comentario:

  1. Muy interesante, Juan. Gracias por tu trabajo de investigación que nos ayuda a ponernos en el lugar de nuestros antepasados, todo lo que vivieron, lo trabajadores que eran sin tantas comodidades y la suerte que tenemos en la actualidad de disfrutar de los avances que se han conseguido con tanto esfuerzo en pueblos tan alejados de la capital, pero tan nuestros. Enhorabuena por tu blog que seguiré con interés. Un abrazo.

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